Ex-triste, caminó por los otoñales senderos del bosque de las lágrimas. Los charcos, llenos de hojas amarillentas, creaban lagunas entre los árboles, esqueléticos, famélicos de sol, hundidos en el cieno. El frio con el viento venía, y las nieves asomaban en las montañas cercanas. Las nubes campaban a sus anchas, húmedas y lúgubres.
Él, avanzaba hacia el sur, siguiendo su instinto y llamando a éste orientación. A grandes zancadas, a paso ligero, iba atravesando el hostil entorno de vegetación sombría. Si alguna vez la tristeza fue paisaje, si alguna vez eso hubiera sido inmortalizado en una fotografía, este tipo sería el figurante.
Errante. Sólo. Con su vida y su casa a cuestas, en esa mochila humana que llevaba en la memoria y ese hatillo desarrapado que le servía de abrigo las horas de sueño. Algo habría desentonado en esa instantánea. La tristeza del lugar, la estación, la aparente soledad de un tipo mal afeitado y con pelo largo, contrastaban con la media sonrisa que guiaba su decidido paso.
"Y el fotógrafo hubiera visto en ello una contradicción tan evidente -se dijo- que hubiera podido titularla Primavera en otoño."
1 comentario:
Yo a veces tambien soy una ex-triste...
Me ha encantado...
Muas!
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