sábado, 26 de diciembre de 2009

IRAK


Es el juego. Repartan. Barajen. Disparen.

Una sonrisa hecha a encaje que despierta piedras dormidas y huesos flácidos.

Se arrastraba el pétalo descolorido por la ceniza los alambres en los espinos revoloteaban como alegres pájaros sin pico y la basura germinaba en inglés.

Contradijo el frío a los caldeados ánimos porque la luna había sido robada.

¿Qué pasaría si los peones del tablero no fueran a la guerra? ¿Si todos declararan una huelga?

La muerte no va porque vive en ella.

Capitulemos, dijo Dios mientras ejecutaba el Big Bang.

Alfiles desnudos paseaban descalzos por tableros acartonados de minas sedientas de sangre que no hacían novillos desde la última juerga mundial.

¿Y la luna?- preguntaban los peones Era nuestra Lo prometisteis.

La robaron los enemigos,- respondían los generales La tenemos Os jodéis.

Lanzadas al aire como moneda de e las bombas nunca equivocaban su apuesta por la cruz.

Levantaban cadáveres desde la mañana a la mañana como el viento otoñal levanta hojas secas.

Allí no había más que muertos, dijo un hombre decapitado mientras tomaba café en una sauna.

Pasaba por allí el orden social vestido de tele cadena de ámbito nacional para enseñar lo necesario que era olvidar lo que acababa de pasar.

Y los muertos por fin se dieron a hablar y empezaron una conversación que aún hoy se puede escuchar si uno perjudica gravemente a un igual, es decir, a cualquiera.

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