martes, 9 de julio de 2013

No salgo en los espejos

La vida, qué vida, sin sida, ni sidra,
pasa tan lenta, es tan aburrida...
¡Es el presente tan eterno,
tan vacío, tan utopía!

Surgen las lentes opacas,
las ensoñaciones corrompidas por estacas,
soy un vampiro y la luz del sol me mata.

Muerto, estoy muerto, pero tan vivo
que siento todas las punzadas.
Las que me clavo y las que me clavan.

Però, soy vampiro. Me alimento de sangre,
mi sangre. Me despedazo en trocitos
que podrían ser una hamburguesa,
y me devoro, me digiero.

Me vomito y me exagero.
Renazco siempre, pero me entierro.
Ha de llegar la luna entera,
la más salvaje de entre las fieras,
para romper mi letargo.

Será un trago amargo,
otra copa rota,
un manantial en mis labios,
de mi sangre enferma brota.

Es el fin, el comienzo,
otra casilla más en este juego de la oca,
quién no vive no muere,
quién no tira no toca.




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