martes, 6 de noviembre de 2007

Una mentira incómoda

Las mentiras están sometidas a la gravedad. Caen por su propio peso. Más temprano que tarde, antes que a un cojo le de la risa, las mentiras se hacen evidentes. Puede ser que tres años largos no parezca exactamente temprano. Se puede argumentar que en el tiempo que se ha cogido a este mentiroso, han podido ser alcanzados innumerables cojos. Las mentiras que uno mismo se llega a creer a base de repetírselas son las más difíciles de desmontar. Para el que las dice, claro. Por que para el coro que escucha, se sonríe al principio, se irrita cuando se mantiene y se crispa hasta cerrar el círculo, la mentira ya quedó evidenciada. La vida del engaño ajeno es más corta que la de la mentira, pero mientras que esta viva es probable que persista el engaño del mentiroso a si mismo, como una trampa tejida en torno a él.

En los finales felices de los cuentos los mentirosos se reconocen como tal y se disculpan. Ante la inminente felicidad del final, los mentidos perdonan y el agravio se deshace en un brindis al sol. Lo que pasa es que por más que he buscado en las páginas de El Mundo o en las bravatas de la COPE, no he visto ni el final feliz ni el final. En las declaraciones de Acebes no me molesté ni en buscar. Los mentidos comienzan a pensar que luchan contra la fe, antes que con una confundida verdad. Es cansino y recurrente ya hasta para el cojo que ríe. La razón, entendida como motivo último, de esa fe conspiranoica es la rentabilidad económica. La mentira vende más que la verdad, lo pueden ustedes comprobar fácilmente, gastamos más dinero en ver películas que en periódicos.

Rectificar es el segundo deporte menos practicado en este país, superado sólo por la versión anglosajona del mismo, dimitir. Hay que estar pícaros y no dejar pasar estas oportunidades de actuar como sabios. Al fin y al cabo más vale ser cabeza de ratón que cola de león. Más vale ser campeón en rectificar que un mediocre en el más concurrido deporte de mentir.

Lo cierto es que tres años después, un partido que aspira a gobernar España lleva en sus sombras una mentira incómoda. En su zurrón, una certeza cínica. Se ha dejado llevar por las estrategias de mercado de los medios de comunicación que comparten cuota ideológica con él. Le queda, eso sí, una verdad cómoda. Nunca es tarde para rectificar.

1 comentario:

dimoni de xiquet dijo...

buenos dias,
hace unos dias tuvistes la amababilidad de visitar mi blog y dejar un mensajito, gracias.
Sobre una mentira incomoda dejame un matiz.Tengo la impresion de que la verdad y la mentira son conceptos culturales bastante curiosos.
En el mundo de la politica estos conceptos son abstractos y en el del periodismo absurdos.
Ni la cope ni acebes saben exactamente que significa verdad y mentira pero si saben defender sus intereses economicos y su modelo de vida.
perdon por el rollo,
salut
dimoni de xiquet